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El Bull Terrier se desarrolló originalmente en Inglaterra en el siglo XIX como un perro de pelea y, más tarde, un compañero de moda para caballeros, pero en la actualidad es un perro de compañía y de exhibición y familiar. Es una raza de perro que se distingue por su cabeza larga y en forma de huevo.

La vida con un Bull Terrier es siempre una experiencia. Es un perro «ocupado» desde la adolescencia hasta la mediana edad. El Bull Terrier no se contenta con pasar largos períodos solo día tras día; él quiere estar con su gente, haciendo lo que están haciendo. Lo hace mejor con una familia activa que pueda proporcionarle un montón de juegos. También necesita a alguien que haga cumplir de manera consistente (pero amable) las reglas de la casa. De lo contrario, inventará sus propias reglas. Por esa razón, no es la mejor opción para los dueños primerizos o las personas que son nuevas en los perros.

Debido a que pueden ser bulliciosos, los Bull Terriers no se recomiendan para hogares con niños más pequeños, pero con los niños mayores son compañeros de juego incansables. Disfrutan del ejercicio diario vigoroso, pero pueden ser muy destructivos si están aburridos. El entrenamiento exitoso de un Bull Terrier requiere  mucha paciencia, liderazgo y consistencia.

En 1860, un fanático del bull y del terrier, James Hinks, empezó a crear una raza de perro completamente blanco. Estos nueva raza se convirtió en un compañero de moda indispensable para los caballeros ingleses y fueron apodados «White Cavalier» debido a su coraje en el ring de peleas de perros y su cortesía hacia la gente. Si bien ya no se usan para pelear, los Bull Terrier blancos todavía siguen con ese apodo hasta el día de hoy, un tributo a su dulce disposición (que por supuesto es compartida por los Bull Terrier de color).